27.7.09

Por su propio bien

Está muerto. Al final se lo cargaron. Le advertí que pasaría pero no quiso hacerme caso. Al fin y al cabo, ¿qué sabía yo?. Le encontré, tirado en su bañera, vestido aún, con los ojos vidriosos mirando hacia el infinito y rodeado de su propia sangre, que creaba interesantes manchas en las baldosas del suelo. Se lo cargaron y aún así tuvo tiempo para escribir su última frase, para dejar algo al mundo una vez que él lo hubiese abandonado para siempre.

“A pesar de todo, nada me hará dudar de la bondad humana”

Cuanta mentira en tan poco espacio. Ahora, y mientras espero la llegada de la policía, miro como el papel, el último pensamiento de mi amigo, arde en la chimenea de su salón. Él comprendería que lo hago por su propio bien
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